martes, 25 de septiembre de 2018

Pastel de cumpleaños


Un día atípico del año, donde uno se fusiona con el sistema, para festejarse a sí mismo que estuvo un año más con las personas que ama, o un año más cerca de morir.
El cumpleaños significa la fecha en cual vos naciste, representando que pasaste un año en este mundo. Sin embargo, esto no es del todo cierto, ya que un año terrestre, según nuestro sistema, son 365 días y 4horas. Por lo tanto, cada año que vos festejas tu cumpleaños está siendo desviado por un margen que vos no contás y para nada se suple con el año bisiesto. Al contrario, se corre aún más, el primer año 4 horas, al segundo 8, el siguiente 12 y al cuarto salta a 36 horas, por el día agregado al calendario.
Ella llevaba una caja de 5 kilos en las manos, porque el paquete no tenía manija así que había que sostenerla por sus caras, no había otra forma de transportarla, una abajo, cortándose con las cintas mal colocadas y otra por delante evitando que la caja se moviera más adelante de lo que ella quería. 20 cuadras por la Avenida Santa Fe, un subte y por fin la oficina.
Un cumpleaños para ella podría ser una fecha sin importancia, en la cual todos querrían demostrarle cariño, uno vaya a saber por qué. ¿Cuál es la idea de endulzarle el oído a una persona?, ¿miedo a que tenga un día difícil? La vida siempre es difícil y eso no significa nada, soy fanático de querer pensar que todo tiene un doble sentido y hasta a veces uno triple que es más oscuro que los dos anteriores.
Las manos lastimadas por las cintas tecleaban velozmente, sobre un teclado que olía igual de pestilente, que sus axilas transpiradas. Un paquete de 5 kilos para un hombre prepotente puede ser cosa fácil, pero cuando una delgada señorita tiene que llevarlo, obviamente tiene consecuencias físicas, 20 cuadras no las hace cualquiera y encima sin quejarse con nadie. ¿Ya que a quién le iba recriminar algo? ¿a ella misma? Nosotros nos ponemos en las situaciones que nos encontramos.
Igual su día todavía no terminaba, complicaciones provocadas por terceros, dieron por resultado que el regalo no sería entregado el día pertinente a su destinataria. En realidad, negligencias, estupideces de jóvenes, que pretenden separar el amor de las amistades. Ni hablar de la familia, entre más lejos todo mejor. Evitando mostrar quienes verdaderamente son, para así evitar un posible rechazo de la gente que dicen amar, pero apenas quiere, una típica escena de juventud moderna.
Ahora le tocaba el viaje a casa, Subte D, luego H y siguiente el Sarmiento. Una mochila para atrás era la tentación de carteristas, al frente la caja dejaba un aire libre donde apoyar su cabeza, todavía con la cinta mutiladora de dedos. La gente no da asientos a las personas con carga, sólo los otorgan a minas lindas, viejas que les recuerden a sus madres, pendejos insoportables y embarazadas. El transporte público, hermosa belleza de un estado organizado, sin embargo, un paraíso para depravados y mal vivientes, se encontraba convertido. Un toque en el muslo, con una intención sucia fue la perfecta distracción, otra mano que estaba suspendida entre el mar de gente le quitó el celular, cuando ella se movió de forma bruta para otro lado, esquivando el manoseo. Continuó su viaje sin saber lo que había pasado. Aunque ya estaba enterada que su vida era frustración, tras frustración. Tal vez corría buscando regalos y se encontraba pendiente de todo para buscar que al final alguien la tratase de igual modo, pero jamás alguien había estado así con ella.
Bajó del tren y notó que había sido doblemente ultrajada en el viaje. Contuvo la ira, pero salió a flote a la realidad, en forma de lágrimas. Tiro el paquete al suelo, lo pateó 8 veces y luego se miró su mano derecha, ya se veía las futuras ampollas que saldrían, luego ojeo la izquierda que estaba rígida, casi sin movilidad. Todo el esfuerzo que significó para ella escapar de un almuerzo, llevar un paquete inmenso de capital a provincia, donde dejó una gran parte de su sueldo miserable, todo para nada. Encima había guardado una falta en la facultad para llevárselo el mismo día y, después recibir su propio cumpleaños, a las doce, con ella. Nacieron una después de la otra, sólo con un año de diferencia y unas desviaciones que no son tomadas en cuenta. De todos modos, volvía agarrar el presente y lo cargó al hombro con su voluntad.
Llegó a su casa cansada, cortada, frustrada, pero con un atril, que ya no era para nadie, ya que ni se lo merecía. Sobre la mesa estaban las facturas impagas de arnet y aguas argentinas, ni las miró, se marchó para su cuarto, estaba incomunicada del mundo exterior y para su mala suerte nada podía hacer. Dándose cuenta se había metido a su cuarto con la caja en la mano, ese regalo ya que no lo iba a entregar y no podía devolverlo. Así que agarró una trincheta y se vengó de la cinta que vestía con su piel muerta. Desató el nudo rojo y despedazó la nota que era para Tati.
 Estiró las patas de madera y lo puso frente a ella, mirándolo con deseo, el atril pedía ser usado a gritos y cumplió su capricho. Abrió los acrílicos, los mezcló, estiró su lienzo y pintó. De forma realista puso cuervos, gárgolas, castillos y gules de Pickman, sobre una misma hoja. Después pintó un río sin orillas y sin corriente. De esa forma continuó pintando aleatoriamente en trance. Casi acercándose a la media noche, ya por el final del cumpleaños de su amada y el comienzo del suyo, había pintado un bizcochuelo, después lo cubrió de un chocolate amargo, copos de dulce de leche, gomitas de colores y escribió “Feliz cumpleaños Mariana” por encima, después agregó unas formas de plástico que formaban un 20. Terminada su obra de arte se chupó los dedos, ya que todo lo que había pintado fue realizado con ellos. Saboreó los dulces que se habían mezclado y estaba encantada. Metió las manos en su obra maestra bidimensional, apretó fuerte el pastel oscuro y lo transportó a la realidad. Sacó su encendedor del bolsillo, allí se percató que se había olvidado de poner las velas, buscó dos cigarros y los puso con el filtro mirando al cielo raso sin revocar. Prendió las puntas, aplaudió 4 veces, esperó el campanazo de medianoche, sonrió, rompió en llanto y sopló. Esperando que se cumplan sus deseos.

Franco Villarreal

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